¿El color blanco puede ser acogedor? Por supuesto. La prueba es este salón. No hay blancos puros más que en los cojines, los jarrones y las macetas. El resto de piezas se combinan en blancos grisáceos como el del gran sofá o en blancos crema como el de la maxialfombra, el de la butaca o el del plaid. Las formas redondeadas ayudan a aportar suavidad y dulzura al ambiente: lo hace la mesa de centro en madera natural –un material que aquí encaja muy bien–, el puf o la misma butaca. ¿Un detalle que queda ideal para aportar vida al espacio de forma sutil? Ramas en jarrones aquí y allí.